sábado, 29 de mayo de 2010

'Habitación en Roma': La desnudez del alma

Calle oscura, empedrada. Parece de casco histórico, al fondo se veía el monumento a Victor Manuel en Roma. Se oyen dos voces femeninas y su conversación da idea de un intento de cortejo al cual, una se muestra un poco reticente.  Todo, en un plano cenital que parece querer situar la escena como lo haría el Google Earth, usado durante la película. Al final, la mas tímida acaba subiendo a la habitación donde se inicia una noche de pasión, conquista y de descubrimiento propio y mutuo. No me atrevería decir de sexo, que lo hay, pero es más lo que se esconde detrás que lo puramente explicito.
Con un ritmo lento, demasiado, se inicia una historia que engaña, desconcierta. Se echa de menos ver cuando se han conocido las dos jóvenes o, al menos, una introducción mas allá de lo que la evidencia muestra. Decía que engaña pues lo que parece de primeras una historia de perfil erótico, un tanto atolondrado, va pasando a una en la que además de la desnudez de las actrices, esta la correspondiente de su interior. El como al irse conociendo van desvelando lo mas profundo de si mismas. Con historias mas o menos ciertas pero que de algún modo, se muestran como son ante una desconocida.
El ritmo va aumentando, te va enganchando por una fotografía cuidada y un exquisito gusto en la dirección. Con un guión que hace que se este siempre en la frontera entre la vulgaridad y el buen gusto, decantándose hasta este último sitio. Al igual que en ‘Lucia y el sexo’, Medem utiliza el erotismo como vehiculo para adentrarse en la psicología de sus personajes. El espectador en este caso se desconcierta, no puede quedarse con lo que ve, tiene que pensar más allá. Leí en una entrevista que planteó el difícil reto de las actrices de estar sin ropa toda la película y que al principio se las iba a ver asi, pero que luego la gente se iba a quedar con el interior de los personajes. A fe que lo logra. SE juega con el engaño de historias inventadas para luego ahondar algo mas en la realidad de los personajes, ahondando incluso en temas de actualidad.
Localización única que podía resultar agobiante al espectador. No es así. No se abusa de planos fijos ni en los diálogos de las protagonistas y una fotografía de colores cálidos que integra más en la historia. ‘Loving strangers’ , canción que suena durante casi todo el metraje, así como un fragmento improvisado de ‘la Traviata’ , unido a alguna pieza más que no recuerdo, acompañan a la historia.
Dejo para el final a Elena Anaya y Natalia Yakovenko. Las sacrificadas actrices que dejan al descubierto su intimidad. Es de valorar el papel que ambas, que solventan con nota. La frialdad inicial del guión la saben llevar, con gracia una, con ingenuidad la otra. Esa evolución que va teniendo el guión a lo largo del metraje se va notando en su papel pues, con la dificultad que tiene, se las va viendo a ambas más cómodas. Es un papel complementario el que tienen actrices y guión en la historia. Juegan con expresar sentimientos y sensaciones sin tener que decir nada. Un gesto, una mirada… como ocurre con la película, es quedarse con lo que se quiere mostrar y no con lo que se ve.

martes, 18 de mayo de 2010

Shutter Island o el elogio de la locura

No hay peor cárcel que los propios fantasmas, o es lo que deja ver Scorsesse en su filmografía. El Travis de Taxi Driver y la locura a la que le lleva su experiencia en Vietnam; el personaje de Ray Liotta en uno de los nuestros o el sosias de H. Hughes en la mediocre ‘El aviador’. En cada protagonista de Scorsesse encuentras algo que ya te resulta familiar de algún otro personaje de su carrera. Neoyorquino como Allen, es la versión triste. Aquel llena sus películas de delirios de psicoanalista y de humor. Siendo judio, llego a decir que tras escuchar ‘la cabalgata de las Walkirias’, le daban ganas de invadir Polonia. Scorsesse en cambio sería capaz de volar por los aires cualquier recuerdo relativo a Wagner

Esa máxima, es llevada en ‘Shutter Island’ a su máxima expresión. Resulta difícil hablar de ella sin desvelar nada de su trama, que es parte de su encanto, pero no es plan estropear nada a quien no la haya visto. Basada en la novela de Dennis Lehane del mismo titulo, la película trata sobre la investigación de un asesinato por parte de Di Caprio y Mark Ruffalo en un centro de internamiento psiquiátrico situado en dicha isla. Vista la trama e historias anteriores del autor, recordado autor de ‘Mistic River’, llevada al cine de forma magistral por C. Eastwood, parecía material adecuado al director de Nueva York. Aún teniendo el punto en común ya comentado con el resto de su obra, Scorsesse huye de la violencia explicita, tan presente en su filmografía, para tornarla psicológica. El desasosiego, la angustia del personaje y su citación ante lo que se va encontrando, logra envolver al espectador de tal manera que algún giro inconexo queda bien cubierto por el resto de la trama,

Desde una estética similar al cine de los años cuarenta, como ya había hecho Coppola en su también magistral Drácula, el director recrea una atmosfera atractiva de tal manera que te hace confundir sueño y realidad; pasado y presente. El sufrimiento del personaje de Di Caprio con el objeto de su investigación, La película va discurriendo con una serie de paradojas que, siendo tan evidentes, mantienen la atención del espectador, A ello ayuda la sucesión de personajes, a cual más enigmático, como el director del psiquiátrico, encarnado por el incombustible Max Von Sydow, actor fetiche de Bergman y que, salido del séptimo sello, parece haber hecho un pacto con el diablo.  Un montaje sobrio, que utiliza el discutido ‘flashback’ para explicar el comportamiento del protagonista.

Desconociendo el contenido de la novela, el guión hace un recorrido por la miseria humana. El sufrimiento de una guerra, el arraigo familiar unido al amor filial, la madurez para desembocar en locura. Como en toda la trayectoria del director, ninguna concesión al optimismo. Pese a todo, el ritmo es pausado, la música envolvente y un suspense que, a ratos se torna insoportable. Por otro lado, en pocas ocasiones es tan evidente la importancia de la fotografía como en esta. La atmosfera que recrea R.Richardson esta llena de colores vivos que dotan a la trama de una vitalidad de la que carece el guión (no por falta de calidad sino por su contenido)

Como en sus últimos trabajos, Scorsesse escoge a Di Caprio como motor de la trama. Representación del director delante de la cámara, como en su momento lo pudo ser de Niro, el joven sale airoso del reto. Presente en pantalla durante casi todo el metraje, dota al mismo de una fuerza brutal sin caer en histrionismo. Luchando contra su imagen de ídolo de quinceañeras, lo que quizá puede que haya hecho que se le infravalore, Leonardo di Caprio tiene una filmografía que ya quisiera para si muchos actores. El tormento, las dudas, el sufrimiento lo hace sentir al espectador como ya lo hiciera en otra colaboración: ‘El aviador’, donde su papel era de lo poco que se podía salvar.

Dos horas y cuarto de película que transcurren en un verbo y en la que en definitiva, te acaba importando poco como te han contado aquello que has visto. Es algo atractivo aunque confuso. Bello, pese a ser sumamente triste

lunes, 3 de mayo de 2010

'Apocalipsis Now' o la locura de guerra (aún con olor a napalm)

‘Detener aquí alguien por asesinato es como multar por exceso de velocidad en las quinientas millas de Indianapolis’: Es lo que comenta Martin Sheen al referirse a sus primeras sensaciones en Vietnam. Comenzaba la película con la pantalla en negro y un sonido de batida de helicópteros como si te fuera preparando de lo que se avecina. Es en diez minutos cuando el maestro te va preparando de lo que vas a ver. Te entra la sensación de agobio, de saber como acabara esto. Justo con la misma que parece tienen los tripulantes de la barcaza que se adentran en un río a la caza del ‘terrible’ Coronel Kurtz. El espectador es parte de ella.

En su tiempo, se comentó que ‘Salvar al soldado Ryan’ era guerra misma llevada al cine. Pues hombre, el mostrar el efecto de las bombas sobre los soldados, mutilaciones, sangre y demás no descubre nada nuevo. Es algo que cualquiera que no haya estado en el frente, sabe que existe (el resto de la película es rutinario y lo salva el buen hacer actoral). El eterno dilema de lo insinuante contra lo explicito. Coppola, al igual que Jim Sheridan ahora en ‘Brothers’, reflejan aquello que no se ve, que no se cuenta en los medios y que ninguno nos suponemos: el agobio, el desasosiego de verte obligado a hacer cosas impensables, el justificar lo que nunca le has visto razón,…Todo esto contrastaba con el efectismo propio de la factoría Spielberg. Muy buena factura pero poco contenido.

Las mejores películas de este tipo que recuerdo tienen la guerra como escenario pero no como motivo principal. Aquella obra maestra del genial Kubrik, prohibida tantos años y que llevaba por titulo ‘Senderos de Gloria’. Alegato antimilitarista en la que los altos mandos pretenden hacer pagar con su vida el fracaso de una suicida acción militar. Los motivos de una guerra se resumen en una ultima escena en la que una cantante alemana termina haciendo participe de sus sentimientos a soldados aliados que habían empezado burlándose de ella. Otra es la reciente de ‘Brothers’. En ella, un marine con principios muy rectos y con apego a su uniforme, ve su vida truncada ante las experiencias vividas en Afganistán. Le ataca la autoestima y las ganas de vivir. El entorno es tu enemigo. Todo ello, apoyado por la excelente dirección de Sheridan y la labor de unos actores en estado de gracia que hacen de cada gesto una expresión y un símbolo artístico. Después de unos muy estimables inicios en su Irlanda natal (En el nombre del padre, mi Pie izquierdo, El prado o El boxeador) Sheridan, al contrario que su paisano Neil Jordan, ha sabido buscarse historias interesantes a las que dar un toque personal. ‘En America’ y ‘Brothers’ son buena muestra de ello

Para finalizar el periplo, el maestro Eastwood firmó ‘Cartas de Iwo Jima’. Obra maestra que planteaba narrar la batalla de Iwo Jima desde el lado japonés (del lado americano ya lo había hecho con ‘Banderas de nuestros padres’ con menor fortuna). En ella, el director narra la actitud de unos soldados que saben que les queda poco tiempo. Que de allí, o salen muertos, o presos (y por la cultura japonesa, antes se mataban que llegar a esto). Estaba el familiar, el joven que se había alistado buscando sensaciones, el veterano de guerra, el que no sabia que hacia ahí,… Todos ante el deber que les dicta su condición militar y con el pesar que les da su condición humana ante lo que se les avecina

‘Apocalipsis Now ‘ fue un fracaso en su tiempo. Rodaje problemático, infarto del director, guerra en Filipinas, presupuesto por las nubes y eso no ayudó en su posterior estreno. Se vendía, no como una película de guerra, sino como la guerra misma y asi la sientes.

Inspirada en ‘El corazón de las tinieblas’ de Joseph Conrad (novela que se desarrolla en África y del que Coppola cogió la esencia y que demuestra lo vano de comparar libro con su película) narra como un grupo de soldados con el objetivo de encontrar un antiguo militar americano que, ante el horror que veía, enloquece, deserta y se adentra en la selva y se pone al mando de un grupo de nativos para luchar contra aquello de lo que huía. En su peregrinar, se encuentran con Willard, el ‘zumbado’ y a la vez genial Robert Duvall que esta enamorado del olor a NAPALM por las mañanas y que ve en Vietnam una buena oportunidad de practicar Surf. En la misma playa, se puede ver al mismo Coppola haciendo de reportero de una cadena americana. Ese prologo no es otra cosa que una muestra de la imagen que se vende de un hecho que se desconoce. Para engañar, para lavar imagen, para lo que sea. Es cuando se adentran en el río cuando la claustrofobia se adueña del grupo y sienten de verdad donde se han metido realmente.

En su camino esta la familia francesa que ha perdido lo que tenia, el espectáculo de Play boy para mantener alta la moral de las tropas que no es otra cosa que una repetición del contraste del que venimos hablando. Todo ello, adornado con una fabulosa fotografía de Vittorio Storaro y al compás de las Walkirias de Wagner y el ‘this is the end’ de los Doors.

Con un guión medido, la tensión se va adueñando de todo según se acerca la barca a su fin. Los nativos con la cara de ceniza, el personaje encarnado por Dennis Hopper que ve a Kurtz como un héroe y el esperado encuentro con aquel. Criticado por la prensa por su supuesta dejadez, la aparición de Brando – Kurtz para el que no lo sepa- es de las mas recordadas de la historia del cine. Que fácil es criticar cuando no se sabe de lo que se habla y Brando, era el más grande. A él se le permitía todo (motivos daba). Su imagen con el cráneo rapado y con alzas engrandecía el carisma de líder de su personaje . Pocas veces tan poco tiempo en pantalla ha sido tan bien aprovechado.

Esos últimos minutos, con el duelo Brando- Sheen no es otra cosa que la lucha de dos mundos. Del supuestamente civilizado y del salvaje. Un conflicto de egos que confronta la realidad con lo que se vende. Con vivir en el engaño o plantearse si a uno le valen esos esquemas. Unas imágenes impactantes, filmadas de forma precisa y preciosa que hacen añorar a ese genio que es Coppola y más demostraciones de su arte.

No es una película de guerra en si, es un atlas de la condición humana

Lo mismo se puede hablar de las otras comentadas :Brothers, Senderos de Gloria y Cartas de Iwo Jima. Historias que se adentran en la relación de los personajes, en su mundo, en la vida mismas. Historias menos comerciales pero que te identifican con ellas y que te hacen sentirlas como si las vivieras