martes, 19 de noviembre de 2013

Lawrence de Arabia y la magia del desierto

Hubo un tiempo en el que para el director, preparar una película era como para el pintor buscar inspiración para su cuadro. Un tiempo en el que cada escena era medida al milímetro y un error podía echar al traste la producción. Momentos en los que una escena de dos minutos necesitaba una semana de preparación y en las que un error llevaba a movilizar cientos de personas más allá de un cambio en un programa de ordenador. Las cargas de caballería eran con caballos y jinetes y los puentes que volaban en escena...pues eso, volaban.

El director se encargaba de lo suyo, dirigir. Incluso alguno escribía, y muy bien. Controlaban todo aunque no lo pareciera. Al menos eso se dejaba ver en la letra pequeña de cada obra, que era idéntica y presumía un punto en común

Para iniciados en el tema, les resultará increíble pensar que el puente que volaba sobre el rio Kwai era real o que la carga sobre Aquaba de Lawrence de Arabia no era digitalizada. Eran tiempos en los que no se movían los presupuestos de los que se habla ahora y las películas tenían en su plantel auténticas estrellas y no se tenía noticias de que rivalizaran. No tenía que haber sexo para hacer un guion atractivo ni tampoco demasiada sangre.

David Lean, el artesano ignorado

David Lean

Sorprendentemente, el director de ambas es recordado como buen artesano pero sin llegar a la categoría de estrella por los medios: sir David Lean. Un director tocado para la épica que, habiendo tratado multitud de géneros, se hizo experto en obras que en su tiempo podían recibir el calificativo de faraónicas. Tanto este como Mankiewicz casi se retiraron del cine cuando el efectismo se empezó a apoderar de él. Directores que eran artesanos. Que se habían metido en este mundo con la vocación de artistas antes que como forma de ganar dinero. Curiosamente, en todos ellos se ve un denominador común en su filmografía. Estilo se llama y algo tan ausente en el cine actual.

50 años de una obra de arte

Toda esta introducción viene al hilo del 50 aniversario de una obra maestra: Lawrence de Arabia. Película de época, moderna pero época al fin y al cabo. Narra la vida del protagonista desde que llega a Egipto hasta el momento de su muerte, mostrada precisamente al inicio de la película. De cómo se empieza a sentir más ajeno al mundo en que vive y queda hechizado de otro mundo que le parecía desconocido hasta el punto de acabar erigiéndose en líder en la lucha contra los turcos.

Esas dudas sociales dejan ver el tormento de un personaje. Una rebeldía ante el mundo que le rodea y que se puede dejar ver en diferentes ámbitos sociales. La huida de un conservadurismo y unas ideas establecidas ante lo que le rodea. Una marcha hacia adelante.

Quizá fuera el desierto, quizá un desarraigo ante el imperialismo británico. El primero lo justifica unas impactantes imágenes como aquella en la que tras soplar una cerilla se deja ver la inmensidad de una duna. De lo segundo, las ataduras hacia un espíritu libre que es el protagonista.

El desierto como protagonista

Película maravillosamente rodada. Con factura impecable, como casi toda la obra de su autor y que, hoy en día, resulta tan reciente como en su estreno. Obra con multitud de estrellas donde todos, desde una magnifica dirección de actores, ponen su granito de arena, nunca mejor dicho, en la factura final.
Los protagonistas: Peter O'Toole y Omar Shariff

Miembro del Servicio de Inteligencia Británico, Lawrence es enviado a Egipto en misión diplomática para contactar con el príncipe Faysal en su conflicto con los turcos. Fascinado por lo que ve y movido por una rebeldía natural, termina ejerciendo de líder en el ataque que las tropas del príncipe realizan contra Aquaba. Su arraigo es tan grande que su vida no tiene sentido más allá del desierto. Destinado a una misión diplomática por su experiencia en el mundo árabe, el protagonista queda fascinado de la cultura y todo lo que rodea al desierto y su gente. Desde ese momento, la película narra el conflicto que vive el personaje entre su papel de militar británico y su integración dentro del mundo árabe.

Nunca, si acaso en El paciente Ingles de Minguelha, se ha filmado el desierto como en esta película. Lean, como pone de manifiesto en toda su filmografía, es un maestro en el manejo de los tiempos, ayudado por un excelente montaje eso si. Ejemplo de ello es la escena del encuentro entre Omar Shariff y el protagonista al llegar a un pozo propiedad del primero,  que transcurre desde que este dispara sobre el guía y emprende la marcha en camello a su encuentro. La escena transcurre sin palabra alguna y con el suspense del encuentro venidero.  La secuencia, pese a su duración, no pierde ritmo y se refuerza en el mencionado suspense y la angustiosa espera del protagonista sobre el origen de aquel disparo.

Los elementos de la película: música, fotografía y actores

Sin duda, la música de Maurice Jarre y la fotografía de Freddie Young son esenciales para el magnetismo que esta, y muchas de las películas de su director, produce. Banda sonora que bien se podría considerar música clásica y escenas que no son otra cosa que puros lienzos.

 En cuanto al reparto, difícil es conjugar tanta estrella y que el resultado sea satisfactorio. Un protagonista que, vistas las imágenes de época, parece una réplica del personaje original. Una reencarnación. Actor irlandés que hasta ese momento solo había tenido papeles secundarios y que supuso una revelación. Vivo ejemplo de que los premios no marcan una trayectoria. Nominado en ocho ocasiones a los Oscar, no lo ganó nunca pero siempre dio muestras de un buen hacer y una maestría al alcance de pocos. Resulta increíble imaginar a otro actor, se llegó a pensar en Marlon Brando - para muchos el mejor de la historia - en ese papel.

Descubrimiento también fue Omar Shariff. Actor egipcio que debutaba con esta película y que supone un perfecto contrapunto al protagonista. De cómo cambia la relación entre ambos personajes y como se ve en pantalla, buena culpa tienen ambos actores. Interpretación contenida de un personaje de carácter, supuso para el actor una plataforma de lanzamiento que luego le llevó a protagonizar una de las siguientes películas del director: Doctor Zhivago.

Curioso resulta no ver una mujer en el reparto. En ocasiones se recurría a historias paralelas a la trama principal para dar otro sentido a la historia. Personajes inventados que daban cabida a la estrella femenina del momento pero en este caso el director se ciñe a contar lo esencial de la historia. Omitir todo aquello que realmente no tenga que ver con la historia, que por cierto

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